“No fue un camino recto. Pero cada nota me trajo hasta aquí.”
No elegí la guitarra como se elige una carrera.
La fui eligiendo poco a poco, a mi ritmo.
Nunca fue una rutina perfecta. No era algo que tocara todos los días como un deber.
Porque desde siempre he tenido claro algo: primero soy persona, luego músico, y después guitarrista.
Aun así, la guitarra estuvo ahí. A veces como compañía, otras como espejo.
Y con el tiempo, sin darme cuenta, se convirtió en mi forma de estar en el mundo.
Me llamo David del Amo Curiel, nací en Valladolid en 2001, y desde los 7 años la guitarra ha formado parte de mi manera de comprender lo que me rodea.
Estudié en el Conservatorio de Valladolid, con David Rollán y Eduardo Pascual, y aunque agradezco todo lo que aprendí ahí, siempre supe que necesitaba ir más allá de lo académico.
Por eso me acerqué también al teatro y al canto, colaborando con La Nave del Calderón y Escaramuza Teatro, actuando en espacios como el Teatro Calderón, el Festival de Teatro Clásico de Almagro o Ciudad Rodrigo.
Allí entendí que el escenario no es solo técnica, es emoción compartida. Que tocar no es solo sonar bien: es decir algo que merezca ser escuchado.
En 2019 emprendí una doble vía: empecé la carrera de Historia y Ciencias de la Música en la Universidad de Valladolid, y a la vez, el grado en Cuerda Pulsada del Renacimiento y Barroco. Esa mezcla de pensamiento y sonido me ayudó a construir una mirada más completa sobre la música y su lugar en el tiempo.
En 2021 viví una experiencia decisiva para mi camino artístico: un Erasmus+ en Brno (República Checa) bajo la tutela de Vladislav Bláha. Allí tuve la oportunidad de aprender de figuras inspiradoras como Jan Depreter y Paco Seco, y abrirme a nuevas formas de entender la guitarra y su lenguaje.
Lo que más marcó aquel viaje fue el encuentro con Antonio Sánchez, sobrino de Paco de Lucía, con quien más tarde tomé clases que me permitieron acercarme al mundo del flamenco de una manera más profunda y auténtica. Su forma de sentir y transmitir la música me impactó desde el primer momento, despertando en mí un deseo irrefrenable de adentrarme en el flamenco, no solo como técnica, sino como un lenguaje del alma. Aquella experiencia sigue siendo una de mis mayores fuentes de inspiración en mi búsqueda musical.
Actualmente estoy terminando mis estudios superiores de guitarra con Javier Somoza en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, mientras sigo profundizando en lo que me mueve: Explorar todo lo que la música y la guitarra tienen para ofrecerme en sus diversas vertientes, enseñar de manera significativa mientras aprendo de mis alumnos y crear desde una perspectiva humana.
He recibido clases de grandes maestros como Gerardo Arriaga, Luis Ángel de Benito, Enrique Rueda, Tomás Campos, Juan Carlos de Mulder, Sebastián Mariné, Margarita Escarpa, Pedro Mateo, Pablo Márquez, Marco Tamayo, Francisco Bernier, Tomas Müller-Pering, y también he explorado la composición en talleres con David del Puerto y Juan Manuel Cañizares.
Pero más allá de los nombres y de las parrafadas, lo que me define sigue siendo lo mismo que al principio:
una búsqueda. Una forma de afinar no solo la guitarra, sino también lo que soy.